La idea que se tiene de los mexicanos es que somos chaparritos y gordos, al parecer, esa imagen no está tan lejos de las medidas promedio. El estudio “¿Cuánto mide México? El tamaño sí importa” reveló que el promedio de los mexicanos mide un metro con 61 centímetros y pesa 72 kilos. Estos datos generales se especifican por grupo de edad y género: las mujeres de 18 a 25 años miden en promedio 1.60 metros y pesan 62.9 kilos; los hombres de 18 a 25 años miden en promedio 1.67 metros y pesan 70.43 kilos. Pero todos sabemos que los estragos de la edad no perdonan y esos kilitos que se empiezan a acumular, después no hay forma de quitarlos de encima, así, en el rango de edad de 40 a 50 años, las mujeres pesan en promedio 72.1 kilos -es decir, subimos casi diez kilos- y los hombres pesan en promedio 77.3 kilos. Estos datos, más allá de la posible discusión por estereotipos raciales y las implicaciones de prejuicios infundados discriminantes, tienen importancia en un asunto sumamente práctico: la ropa. Las prendas de vestir se hacen con medidas que nada tienen que ver con las del mexicano. Para mí, comprar pantalones es un recordatorio de que estoy demasiado baja para la ropa que se fabrica, que si compro uno que me ajuste de la cadera, seguro tendré problemas con la cintura; de los vestidos, ni hablar, tengo que renunciar a ellos o mandarlos ajustar. Considerando este tipo de inconvenientes, la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive), realizó el primer estudio antropométrico en América Latina y el cuarto en el mundo, para fabricar ropa a la medida del mexicano promedio. La investigación se realizó con 17 mil 364 personas de entre 18 y 66 años, 51 por ciento mujeres y 49 por ciento hombres, en la ciudad de México y área metropolitana, Puebla, Toluca, Monterrey, Chihuahua, Tijuana, Guadalajara, León, San Luis Potosí, Mérida, Veracruz, Acapulco, Tuxtla Gutiérrez y Cancún. El trabajo de campo se hizo del 19 de octubre de 2010 al 15 de junio de 2011. Las mediciones se hicieron mediante escáner. Así como hay diferencias entre hombres y mujeres y por grupos de edad, se determinaron las tallas de la población de la zona norte, bajío, centro y sureste del país. Me llamó la atención que mi idea de que en el norte son muy altos, no era tan cierta. Al respecto, Alejandro Faes, líder del proyecto advirtió que, en efecto, las medidas cambian dependiendo de cada zona, pero agregó: “Empezamos a ver que no necesariamente toda la gente del norte es más alta que el resto del país, pudimos ver que gente de Guadalajara en verdad era más alta que la gente de Monterrey y que se concentra la gente más alta en el centro del país”. ¿De qué servirá tener todos estos datos? El estudio, que se realizó con el apoyo de la Secretaría de Salud y la de Economía, así como del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tendrá varios beneficios: México se colocará como uno de los países a la vanguardia de fabricar ropa a la medida y necesidades de la población nacional -eso implica que los consumidores ya no tendremos que engrapar, cortar, subir o arrastrar la parte inferior del pantalón-; el estudio servirá también a otros sectores como el joyero, calzado, mueblero y automotriz, para que ellos también hagan productos “a la medida” del mexicano. Los cambios en las medidas servirán para abaratar costos porque esos 6.7 centímetros adicionales en los pantalones, se quitarán para hacer más, en lugar de tenerlos en los pies como si se estuviera trapeando el piso. investigación también ha servido para detectar la obesidad latente en el país. En este sentido, Gustavo Olaiz, director general de Promoción de la salud de la Secretaría de Salud, estimó que, por la información recabada, la mujer mexicana debe bajar en promedio seis kilos y el hombre ocho, “cómo país deberemos bajar alrededor de mil millones de kilos en promedio”, advirtió. Como mexicana promedio me da mucho gusto que las 200 tiendas de ropa afiliadas a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) estén listas para cambiar sus moldes y patrones en breve, y al fin tenga pantalones de mi talla. Pero no dejo de pensar en el drama que harán mis amigos altos, quieres de por sí, se quejan de que la ropa no les queda: “tú como sea le doblas, pero yo no le puedo coser más tela o cortarme las piernas”, me dicen. Ese es el problema de los promedios, la mayoría somos beneficiados, pero para los que son menos, las cosas no son tan divertidas.
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